A esta hora nunca hay nadie. Al menos eso
parece mientras camino por la parte tangible de mis zonas obscuras, o de esos
paisaje de madrugada, tan parecidos en cualquier ciudad cuando uno despierta en
un baldío o en la banqueta, casi siempre borracho, o ya de plano con la resaca;
y esa desesperación que convierte a un homeless sin pretensiones, en la persona
más peligrosa en muchos mundos a la redonda...
Páginas
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario