jueves, 27 de junio de 2013

La Testadura, una literatura de paso no. 44: Ronquido Rojizo y Multifacética por Hoz Léudnadez.






























Ronquido Rojizo
por; hozléudnadez




        Hierve el contraste al margen del que la tenía en cuenta a la venuseta que acaba de terminar la faena, sobre la colchoneta yace su cuerpo tendido, exhausto, aún con el espasmo del orgasmo nítido que derramó sobre mi ombligo alterando;¡a qué grado! En esa misma cama donde antes galopaba con fiereza, rompiendo las temples de mi olvido semanal donde no la tengo, donde ando sin ella perdido, esperando el escape clandestino a su casa para soltar rienda al libido seminal, esperando a que venga si quiera un pequeño rato para calmar las fauces de mi urgencia por su ausencia, y de mi clamar de adamar. Termino, y ella termina, al mismo tiempo en que me vació, ella me llovizna y al final en afinidad germina. Las horas en las que nuestros sexos se enlazaron en ritmos, parecen no ejercer su gravedad sobre nuestros cuerpos vencidos, pero no por esa gravedad horizontal –la que avienta a los cuerpos hacia delante y los hace envejecer– mucho menos la gravedad vertical, porque del vuelo ella lo sabe hacer con un sinónimo tatuado en su carne piel, sino por la opereta de cuerdas bucales que enrollaron los racimos de vocales escritas en gemidos atosigados, de esos sonidos diccionarios que parieron mudos mundos, más sin tanto recalco, porque en el cuarto de abajo estaban durmiendo sus padres quienes ignoraban el atraco de atrocidades. Éramos prófugos de la luz reptantes aullando a nuestros abismos, suspirando a nuestras honduras, e inundando con gritos nuestras oquedades, para que los “suegros” no tengan sospecha alguna, de que un reptil se coló hasta la alcoba con las vestiduras de una sombra, de un murmullo, de un crujir nocturno que ronda el paseo de sus recintos desnudo y con la mecha hecha tromba, filosa y fiera. Durante, ella avasallante mostraba esas poses relampagueantes que chasqueantes, pregonaron los óleos más bellos, con su cabello de fuego y sus carnes alumbradas de blancas y casi transparentes de  alucinantes desaires, eran harems perspicuos que invitaban al danzante vaivén, era su tez un enjambre de sabores desconocidos y de golpeteos irreconocibles al status quantum de la primera máquina del vuelo; “ven, se puede volar con pedales” que terminó;vente, levítame con eso que sale de tus genitales”. Los torpedos que surgían sin aviso, eran el ronroneo de una felina en pleno delirio, en justo celo, uno que otro suero que goteaba, de entre sus piernas o sobre mis garras, emulaban a una cascada de cristalino néctar que emanaba dentro de su negro vestido, solo se podía entre ver un remolino maligno turbosuccionante que regocijaba y clamaba mi nombre porque sabía mi hambre, era ella una telaraña tejida de goce de cuerdas de acero y de encaje en pantaletas en jugos de veneno. No hubo de necesitar mostrar por completo su desnudez, lo necesario fue solamente doblar el revés y entrar sin esperanza de salir limpio, sus ojos en la oscuridad resplandecían verdosos, céfiros arcaicos de alguna deidad occidental inventada para rezarle un buen movimiento de caderas o alguna cosecha de cultivo afrodisíaco para fortalecer al sexo, su cabello fosforecía con su fuego, era un rojo carmesí que emulaba un Armagedón de meteorogemirque amenazaba a mis tierras.

Sus manos plácidas de astucia, tentáculos de evavulvafrutapulpo, acomodaban mi arma que entraba como un fusil en ambos de sus cañones bélicos obtusos, salía la bala de uno para entrar a otro sin remedio a decir; que alguien saldría vivo cuando decidiera escurrir la pólvora de mis adentros. Ella develaba hermosura en sus gestos, revelaba locura en su coqueto sieso, ella plasmaba vanguardismo en su vagina y elasticidad en sus envestidas, pero, todo en silencio, todo a oscuras, todo en blanco y negro y sin el dolby sourround de nuestras palabras rudas. Al término, rastros de mi vida líquida aún le perforan en gotas grosas la idiosincrasia de su pecho, recorren sinuosas hasta estancarse pariendo un bordo de agua aglutinante al final de su garganta y al principio de su cuello, charcos tibios que rebasan las calcas de pliegues capilares con mis renacuajos híbridos que nadan y nadan, hasta difuminarse tatuaje y volverse el ropaje de unos humores pervertidos. Algunos peces de mis mares tuvieron alas y descansan en sus labios vívidos y en sus mejillas lívidas, boca sorbemoles, rostro ninfosonoroerótico. Muchos perecieron entre las queratinas flamas de su cabello, pero es el crimen perfecto, ni un mensaje, ni un sonido, ni una sola palabra alojada en las esquinas donde pueda preñarse el eco entre su recinto, ni una onomatopeya descarada permanece crucificada en las paredes, ninguna incitación hacia algún pómulo, hacia alguna protuberancia curva, hacia algún lunar o hacia algún movimiento que causó morbo el uno en el otro, nada, no hay pistas y nada se alcanza a dibujar en los espacios que sudan en la alcoba que fue lupanar, ni una miga de bruma permanece latiente ni aún después de tanto resuspiro humedénico, ni de tanto regemido recaliente. Ella pide calma y sigilo, ella clama paz después de lo llovido y de lo arremetido, y yo encaro la necesidad de más, pero ella en fatiga me mira con los ojos entre cerrados y los sentidos entre dormidos, y me trago la insaciabilidad reptilica. Un eslabón son sus piernas rodeándome de frente, sus brazos son cadenas que son imposibles de romperse, y en calor, y en dulzura, admiro su rostro tan lleno de tranquilidad después de la batalla que cuasi me roba la cordura y me quedo dormido. Nada se escucha, el edicto era permanecer quieto, callado, sin ningún movimiento brusco para no causar un despilfarro de los padres que, si se llegasen a enterar, harán que termine en una situación difícil para mí humanidad e imposible de escapar. Pero yo duermo confiado de su ausencia, confiado de su invisibilidad, de sus voces tenues con el arrullo en mute. Mis ojos resguardan su sublime soltura y su epicúreacatadura, su hermosura aún después de la justa es insoportable y endiabladamente saboreable y exquisita. Pienso; no cabe duda que no tiene más que la suerte de una belleza espontánea que jamás veré con alguna otra anti-musa – ¡y ni con la más finada!–, pero al cabo de sueños, empieza un auge nuevo. Un berrido se escucha, la divinidad de sus definidos trazos faciales permanece hundida en la almohada con esquizofrénicos reptares, su boca entre abierta suelta saliva ácida, mientras sus cuerdas bucales catan y cantan unasatánica misa aguda y luego por agave grave. No pienso en ella como nada más que una bruja con sus wicas cantares, qué lindura me resulta el ronquido bélico de tan diminuta boca  suya que, antes parió de ahí mi suspiro. Y despierto por completo, asediado por los espectros de su sueño pesado y su crujir de muerto, y la observo, detenidamente, y me vuelvo a sentir incitado vehemente por su pose de cadáver mal enterrado.

Su pecho derecho vibra con cada verso salmo de su ronquido edénico arrastrado, y no soporto el solitario pezón que parece casi llegar a desterrarse de la aureola por el vibratodeliverado y lo meto a mi boca, y le respaldo con mi lengua loca que quiere calmarle el aparente danzón por frío, pero no, es el ronquido de la venuseta que es imparable y erógenamente rico. El cuarto se llena de más oscuridad y su susurro se vuelve graznido, y aletean los poros nasales de forma descomunal que se me hace inhumano el dejarlos así, sin darles a probar esta arma que se me humedece en mi mano para lubilubar.  Pienso que quizás evoca miles de maldiciones, es el gutural reclamo del Ichiredión, el engolar arcaico del Grimorio, o el blasfemar prosaico del Malleuz Mallefecarum, o quizás un poema del Necronomicón y una imagen del Codex Gigas. Y me incita excitándome con malicia a penetrarle nuevamente mientras ella desfallece en los artilugios de Morfeo, arqueo un poco su vientre, y me mojo un poco con su lengua, y quiero salvarle pese a cualquier cosa; persignándo la con mi pene para que no sufra de algún demonio que entrar a su cuerpo osare y aterra. “En el nombre del padrote, del tipejo y del espíritu sátiro… amén” y va para su boca. La pose atropellada de la desfallecida venuseta, me parece la más bien lograda que no pude transmutar en la noche en que la tuve completa, y no me aguanto, y el movimiento chusco de su pie desnudo volando fuera de la cama, me mata, me enerva, me ata, y lo lamo, y lo felo, y lo mamo, y lo quiero todo dentro para no dejar caer ni una sola gota si es que ella eyacula desde su pies pedazos de cielo, pedazos de plumas, porque ella cree que no sobre pasa los pisos, cree que sus pies no rebasan el suelo, pues ignora que sabe levitar y sabe transformar sus piernas en alas hechas al vuelo como un demonoave multi enérgico. Y me introduzco dedo por dedo, y su alarido de dormida parece una sicofonía que presagia el holocausto, es una vocera eficaz del apocalipsis, incauto permanezco en sincronía con sus flemáticos cantos, su boca de sixstrings poseen un distorsionador muy escueto, pero aun así yo bailo; ella inhala y yo me meto, ella exhala y yo me salgo. Es un foxthrot de cuatro pasos que, me carcome y me hacen ponerme a tope, su vestido negro aún está mal puesto con un muslo suelto y un pecho fuera que me hacen estar criminalmente erecto. Separo sus piernas y me abro paso, quito por completo la pantaleta y escucho un gemido que da un cambio, no como el graznido de hace un rato, es más bien como el alarido de un conjuro que seguro profanará el santo legado de Jehová, y su pose de muerte es tan poética que, me parece imperdonable el no dispararle, fuerte, recio, directo y a quemarropa. Sus cabellos rizados se electrizan y crean una nueva forma simbolista de cómo divisar una enredadera mortal, ella ignora de sus bellas deformidades, y yo disfruto el violarle el sueño, porque en la mañana que apenada me pida que mis ojos los tape, para no verla en sus incomodidades matinales, le diré que soy el más afortunado superviviente de sus evocaciones de bajos astrales, y que no me importa si perdió el estilo o se le corrió el maquillaje.





Ya que hay magia en ella, negra, pero magia al fin de cuentas, tanto hay que me hace enloquecer hasta en sus poses más fatídicas, donde parece ser la encarnación de pesadillas bestiales. Le diré que no me importa y que no me pesa, le diré que me enamora y que me embelesa ser yo la víctima de sus posesiones demoniacas, donde ella me muestra que la belleza se encuentra; hasta en las fotografías más extravagantes que da la fatiga, y en los cantos más hilarantes como lo pueden ser sus ronquidos que tanto me incitan a hacérselo mientras sueñe, importándome poco el no haber dormido, importándome poco que el rocío del sueño deje heces en sus ojos, importándome poco que el alud de la noche provoque manchas, importándome poco que el glamur de su fino rostro que tanto se aclama en las calles, permanezca borrado por los derrames del cansancio impiadoso que borra los amperajes de su electricidad embriagante. Le diré que no me importa y que no me pesa, le diré que lo único que sé, es que quiero que sea ella el ángel de la guarda entre mis sábanas que me arrulle hasta que me duerma, o el monstruo que me desvele y se oculte bajo la cama cuando insomnio tenga, no importa si es cual espíritu de clamor o espectro en forma bélica; lo de menos, es volver a persignarla queriendo exorcizarla con mi húmeda y erecta arma. Y no, no me importa nada más que siga ella, a mi lado, como cómplice y prófuga de la luz dándome más y merecida guerra.  


                                                                      ... multifacética



Doña poesía me dice al oído;

¿qué quieres ser mi discípulo?
para ser mi discípulo muchacho;

¡se necesitan huevos!

no sueños, ni práctica, ni un don, ni musas,
ni técnica, ni sensibilidad, mucho menos estúpida inspiración
es de levantarse a las cuatro de la tarde y lo primero que se hace;
es beber whiskey, y curar la sed nada más no hay otra razón.

Debes de entender que no basta con el agua
pues no se sacia nada si no lleva consigo el amargo odio de por medio
para darle la vuelta al verso simple y tener a salvo el sarro de nuestras cloacas
que nos mantienen anclados a las tierras más pérfidas
porque también el panteón resguarda la belleza
en los olores del olvido de sus arenas infecciosas
vetadas por la insalubridad que cuenta el jardinero
que no siembra allí un clavel pero entenderlo
es brindar con humildad una grata inteligencia.

Poeta;

mientras se bebe se planea,
cómo hacerle para conseguir el vino de mañana
pero siempre vivir la lágrima en el momento
para que entiendas la espontaneidad del trazo
porque te repito, no sensibilidad
¡pero sí huevos y coraje!

La poesía no es cuestión de juego
hay que entregar una imagen fuerte y visceral
para que manosees a la que quieras
o brinques la muralla más alta.


No blasfemes queriendo otorgar un suspiro
eso es para los poetas que solo giran en su propio eje,
estancados en sus versillos que adornan las espaldas de las cajas de cerillos,
palabras de domingo, de tarjetita de san Valentín
literatura barata de bolcillo; de los de úsese, léase y tírese lejos de aquí.

De otra forma y si lo quieres así;
alístate para ser tan solo un estúpido tratante de letras blancas
que prostituirá a la poesía sin sentir la energía y con el cinismo a sus anchas.

La poesía debe de gritar y causar una sonrisa
porque el morbo hace regresar a los lectores que llevan prisa
más que un suspiro que te aloje en los caireles del viento
que se cierran sin preguntarte el nombre.

Para que te acepte, debes de olvidarte del fino sabor de la carne
y ser hábil para correr con fuerza
cuando nos descubran tocando a las niñas…
– porque doña poesía es una lujuriosa tortillera –
… de secundaria en el metro, en la iglesia o dónde yo quiera.

De hoy en adelante solo mantente a pan y agua de mar
prepárate para el delirium tremens y olvídate de la pedorreta de suspirar
y las estupideces de flores y poéticos atardeceres en la costa.

Debes crearte un estómago fuerte
para beber con fuerza y aguantar a dos rameras en tus piernas
– la peluda doña estrofa y la vieja garganta profunda madame verso –
durante días para borrarte, desencarnarte de la estúpida inspiración
y hacerte escribir con sangre en papel higiénico si es que quieres doblegar a un corazón
que ya se hartó del mismo piropo porcino escrito en una servilleta
con las mismas propinas, y las mismas esperanzas
de encontrar un amor verdadero en el congal.

Esta es la multifacética forma que llevará a encontrarle
la sazón a la locura y la acides de la razón. 

Debes aprender a mentir para traerme de comer todos los días
y a decirme sinceramente cuando amas en las noches
debes lamer la anti poesía de mis tetas y el estilo kickwritten de mis muslos
cuando me escurra la humanidad de los beatnicks hombres.

El paso sin caminos lleva a realidades
que la mentira solo puede concederle a aquellos que saben
que el mejor motivo para vagares no tener un lugar a donde ir.

¿Sabes pelear?

tienes que ser un experto
porque desde ahora tu lucharás mis batallas poetizo inepto
con los recepcionistas del hotelucho mientras le escribo poesía
a la anciana amante del mercado, o del tugurio.

Tú serás el lazarilloque me pondrá el pañuelo alrededor del cuello
cuando mi mano poeta tiemble y no pueda tomarme los orines del diablo
en el numero quien sabe qué del Jack Daniels en turno,
lo harás hasta mis tripas, hasta saciarlas con alcohol y cosquillas.

Deja de preguntarte si es que te dirán poeta después de tu muerte
mejor carga la tinta y olvida las lapidas que cubrirán tu historia fatal
aprende para que debajo del epitafio y adentro de tu féretro
reces por el pato que no le importa si penas por no saber si eres o no un poeta,
siendo que él no puede entender si quiera su existencia o el significado de la palabra “cuac”

Aprende, que para ti, es el pasado mañana y nada más.

Ya te lo dijo cierta vez aquél Chiapaneco que me canonizó como puta;
hay de aquellos que materializan la palabra de edénicas formas
“aurora boreal, boreal aura, bóreas aural, áurea bore álica airosa bucal”
y tú la destartalas en la deshuesadora grosería matinal
cuando descubres que se te olvidó ponerte el condón antes del acto carnal;
“pinche piedra” dirás igual que él tropezándote con la misma roca que fue satélite.

Y es que, no seas de los estúpidos que la viven, sé de los intrépidos que la mueren.

¿Pero qué te preocupa la aguardentosa maldición bélica?

el fuego de tus enojos es igual de musical que el pregonar de un cisne
puesto a que la belleza del poema radica en con qué fuerza se dice
hasta una mentada de madre es poética si sale directo del corazón
y eso transforma al convite, en una motivación más para la desfloración
de todo léxico establecido, de toda institución legible.


La fármaco dependencia de la inspiración
transforma a la luna más plástica en una divina razón
pero la cuestión no es acostumbrarnos a tener algo porqué desangrarnos
¡la simple idea del suicidio debe de ser un delicioso motivo para masturbarnos el acontecer!

No es la dependencia de la inspiración,
si no es la elocuencia de la espontaneidad lo que causa el diapasón.

Si tienes hermanas;no importa serás mi pupilo directamente
si no, debes de pagarme y jugar a la baraja
cada que yo quiera y nunca ganar pero siempre reír…

Si eso es lo que buscas, si eso es lo que quieres
si eso es lo que deseas, ahí están mis condiciones
niño híbrido; Hoz Léudnadez.          

Si aceptas debes dejar todo atrás

a tu madre,a su amante,
a tu padre,a su doble vida,
a tu novia,a su olor a pez,
y a tu figura de acción favorita.

Prepárate; sobre todas las cosas prepárate para ser poeta de profesión

ser poeta a cada maldito segundo
a cada chasquido de tus carnes y de tus ingles que ladran
prepárate, para a tus ilusiones conjugarlas.

Para entretener las multifacéticas formas
en que menguan en los aires bipolares
los boreales gustos de mi sexo y de mi arte.

Niño reptil, niño híbrido, hombre mitad bestia,prepárate.

¡Ah! pero eso sí para ser poeta debes de estar más que listo,
Goliardo ignorante a morirte de hambre.
                                                           
Y yo le dije:

– ¿dónde firmo?


hozléudnadez


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